jueves, 26 de agosto de 2010

Jesús: Triunfante sobre la Tumba
Juan 20

· Era una mañana como cualquier otra en la antigua ciudad romana. Hombres y mujeres haciendo sus mandados o trabajos como siempre. La sombra de la montaña daba alivio del sol fuerte para los que vivían en su ladera. Niños jugaban en las calles y muchos iban a sus templos paganos, comiendo, tomando, y viviendo sus vidas desenfrenadas a pleno. Pero en pocas horas, todos estarían muertos… la furia del Monte Vesuvio enterraría a Pompeya en una tumba de lava y cenizas por muchos siglos.
· Unos 40 años antes de la destrucción de Pompeya, otra erupción tomó lugar que sacudió los fundamentos del cielo y la tierra. Una mujer se acercó a la tumba de su amigo querido, como probablemente lo hizo el día anterior. Pero hoy se horrorizó al ver la tumba abierta—y sin el cuerpo, la piedra que servía de puerta puesta a un lado. Salió corriendo con su terror y dolor. Lo que no sabía era que la tumba tuvo una erupción con el poder de Dios. El Hijo de Dios crucificado había resucitado, victoriosamente conquistando la muerte y trayendo nueva vida a la raza humana enterrado en pecado desde la creación.

A. JESÚS PREDICE SU RESURRECCIÓN

· Pablo nos dice en 1 Cor. 15 que “Y si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es ilusoria y todavía están en sus pecados” (v.17, NVI), y si es así, “comamos y bebamos, que mañana moriremos” (32).
· Si Cristo no resucitó, entonces el cristianismo no es mejor que las religiones paganas de Pompeya.
· Pero su triunfo sobre la tumba dio al Cristianismo una característica especial: ¡Su Fundador vive! Aun al comienzo de los evangelios, Jesús predice no solo su muerte, sino también su resurrección.

1. Una Señal Pedida
· En 1 Cor. 1.22 Pablo escribe que “Los judíos piden señales milagrosas y los gentiles buscan sabiduría”. Esta tendencia de los judíos de andar por la vista en vez de por la fe se ilustra en Mateo 12, donde los escribas y fariseos demandan una señal de Jesús. Pero Él no cedió a estos voyeurs, y les contestó con dureza: —¡Esta generación malvada y adúltera pide una señal milagrosa! Pero no se le dará más señal que la del profeta Jonás (39).

2. La Señal de Jonás
· En vez de dar una muestra de poder inmediato, Jesús anuncia una señal futura tan espectacular que uno tendría que estar ciego como para no verla…"Porque así como tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre de un gran pez, también tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en las entrañas de la tierra” (40)
· Citando a Jonás 1.17, Jesús anuncia que su entierro no duraría más que tres días y noches. Así como Jonás salió vivo del gran pez, así Jesús saldría de las entrañas de la tierra.

B. TEMAS RELACIONADOS CON LA RESURRECCIÓN

· Si hacemos un puente entre Mateo 12 y Juan 19, vamos directamente de la “señal de Jonás” al cuadro de Jesús en el Gólgota. En Mateo 12 lo vemos vibrando con vida al enfrentarse con los fariseos. En Juan 19 lo vemos colgando en una cruz en un acto final de entrega.

1. La Seguridad de su Muerte

· Están los que intentan explicar que las apariciones de Cristo después de su muerte se deben a la teoría de que Él realmente no murió en la cruz. Solo se desmayó debido al trauma psicológico y físico de la crucifixión, y luego volvió a la vida en el aire fresco de la tumba.
· Pero la evidencia apunta en forma conclusiva contra esta idea. Primero, el testimonio de las Escrituras claramente señalan que Jesús murió. “Al probar Jesús el vinagre, dijo: —Todo se ha cumplido. Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu” (Juan 19.30)
· Segundo, las acciones de los soldados alrededor de la cruz corroboraron estas verdades. “Fueron entonces los soldados y le quebraron las piernas al primer hombre que había sido crucificado con Jesús, y luego al otro. Pero cuando se acercaron a Jesús y vieron que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas” (32-33).
· Tercero, el testimonio de los datos fisiológicos apoyan el hecho de la muerte de Cristo: “uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante le brotó sangre y agua” (35)
· Finalmente, las acciones de aquellos que lo enterraron confirman la certidumbre de su muerte (38-42). Si sospecharan que estaba vivo, como seguidores habrían intentado reavivarlo en vez de embalsamar su cuerpo y colocarlo en la tumba.
· Pero Nicodemo hasta ayudó a embalsamar a Jesús con unos 34 kilos de mirra y áloe, con lo que se vendaba ajustadamente el cuerpo del cadáver, haciendo imposible un “escape” (ej. Lázaro).
· IL. El soldado que ve a Jesús sobre la cruz y exclama, “Ciertamente este hombre era el Hijo de Dios”. Una muerte muy distinta a las que él conocía… sin palabrotas, injurias, hasta pidiendo clemencia por los asesinos. Sufrir en serenidad es un testimonio muy poderoso.

2. Evidencia Material

· En Juan 20.1-7 tenemos tres evidencias materiales importantes que apoyan una resurrección literal de Jesucristo: la piedra removida, la tumba vacía, y el sudario y vendas.

El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que habían quitado la piedra que cubría la entrada. Así que fue corriendo a ver a Simón Pedro y al otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
—¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto! Pedro y el otro discípulo se dirigieron entonces al sepulcro. Ambos fueron corriendo, pero como el otro discípulo corría más aprisa que Pedro, llegó primero al sepulcro. Inclinándose, se asomó y vio allí las vendas, pero no entró. Tras él llegó Simón Pedro, y entró en el sepulcro. Vio allí las vendas y el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús, aunque el sudario no estaba con las vendas sino enrollado en un lugar aparte.
Juan 1.1-7

· Se da a entender que las vendas, hechas rígidas por las especias, estaban sobre una lápida como un capullo. Solo el sudario, que cubría la cabeza, estaba enrollado aparte.
· La reacción inmediata de María Magdalena, como quizás las de Pedro y Juan, era que el cuerpo fue robado. Pero si pensamos lógicamente, ¿Quién se lo llevaría? Ni los judíos ni los romanos querían una tumba vacía. Lo querían muerto y enterrado. Si se lo hubieran robado, simplemente producirían el cuerpo para desacreditar la resurrección.
· Los guardias, que a pena de muerte tenían que cuidar el cuerpo, nunca lo hubieran robado.
· Los discípulos, aterrados y encerrados, serían los últimos en sospechar. Ni amigo ni enemigo tendría motivo lógico para secuestrar el cadáver.
· Otra vez, la evidencia apunta a una resurrección literal y corporal.

3. Apariciones Físicas

· El N.T. señala no menos de 11 encuentros físicos y personales con el Cristo resucitado. Ocurren en momentos y lugares diferentes, y con una variedad de personas.
· Se argumenta que estas personas sufrían de alucinaciones producidas por el dolor. Sin embargo, Jesús apareció a más de 500 en el mismo momento (1 Cor. 15.6). Que más de 500 tuvieran la misma alucinación al mismo momento requiere más imaginación que creer que Jesús sí resucitó.
· Juan, un testigo de la crucifixión de Jesús, nos graba tres apariciones después de la resurrección: uno con María cerca de la tumba (Juan 20.11-18); uno con los discípulos tras puertas cerradas (19-23), y uno con Tomás (24-29). La aparición a Tomás es alucinante y atrapadora.

Tomás, al que apodaban el Gemelo, y que era uno de los doce, no estaba con los discípulos cuando llegó Jesús. Así que los otros discípulos le dijeron: —¡Hemos visto al Señor!
—Mientras no vea yo la marca de los clavos en sus manos, y meta mi dedo en las marcas y mi mano en su costado, no lo creeré —repuso Tomás. Una semana más tarde estaban los discípulos de nuevo en la casa, y Tomás estaba con ellos. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús entró y, poniéndose en medio de ellos, los saludó. —¡La paz sea con ustedes! Luego le dijo a Tomás: —Pon tu dedo aquí y mira mis manos. Acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino hombre de fe.
—¡Señor mío y Dios mío! —exclamó Tomás. —Porque me has visto, has creído —le dijo Jesús—; dichosos los que no han visto y sin embargo creen. Juan 20.24-29

· En nuestras imaginaciones rígidas y cerradas, nos cuesta hacer lugar para milagros. Como Tomás, nos acostumbramos a aceptar lo que vemos en vez de creer. Queremos evidencias empíricas y estadísticas reales.
· Pero Dios típicamente obra con imposibilidades y evidencias de cosas que no vemos. “Porque para Dios no hay nada imposible” (Lucas 1.37). “Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve… Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve” (Heb. 11.1,3)
· Pero, ¿qué de vos? ¿Está abierta tu mente y corazón para las imposibilidades de Dios? ¿Estás poniendo tu fe en lo que no se ve… pero sí se ven los resultados? ¿Estás en relación con Jesucristo? Recordá lo que dice Jesús: “dichosos los que no han visto y sin embargo creen”.

4. Resultados Históricos

· En la crucifixión, los discípulos se desparramaron como ovejas asustadas (Mat. 26.56). Después de ver la tumba vacía, creyeron con María que alguien había robado el cuerpo, y se fueron a sus casas (Juan 20.2, 8-10 BdeA).
· Allí estaban, el primer día de la semana, todos espantados y encerrados por temor de los judíos. “Al atardecer de aquel primer día de la semana, estando reunidos los discípulos a puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús y, poniéndose en medio de ellos, los saludó. —¡La paz sea con ustedes!” (v.19).
· Pero… Jesús aparece una y otra vez, y después de verlo, ponen al mundo patas arriba. Cuando algunos predicaron el evangelio en Tesalónica, los judíos envidiosos “…arrastraron a … algunos … hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: «¡Estos que han trastornado el mundo entero han venido también acá!»" (Hechos 17.6).
· Hasta Pedro, que tan enfáticamente negó a Jesús, predicó con audacia el mensaje de la resurrección justo donde lo ejecutaron (Hechos 2)
· La llegada del Espíritu Santo y el nacimiento de la iglesia son dos ramificaciones más de la resurrección (Hechos 1-2).

C. LOS BENEFICIOS DE LARGO PLAZO

· Los brazos de Dios nunca estuvieron tan abiertos como cuando se abrieron en la cruz. Como el padre abrazando al hijo pródigo, los brazos de Jesús se abren para abrazar a un mundo perdido el abrazo del perdón para todos los que deciden volver a casa.
· Que Dios nos dé a vos y a mí la gracia para ver las cicatrices de los clavos en las manos del Jesús resucitado y caigamos ante Él, como Tomás, proclamando entre lágrimas, “Mi Señor y mi Dios”.
· La resurrección no solo nos asegura que Jesús es Dios, pero que hemos sido perdonados y seremos resucitados después de morir para vivir para siempre ante su presencia.